El pasado 25 de marzo la Real Academia de Ingeniería ha distinguido a nuestro anterior presidente de ASEPA, Francisco Aparicio Izquierdo, como Ingeniero Laureatus por su dilatada y sobresaliente carrera profesional.
De su intervención, las primeras palabras fueron de agradecimiento a la Academia por la concesión de esta apreciada distinción y a su Presidente, distinguido y estimado colega Jaime Domínguez Abascal, por la laudatio de su persona.
Enseguida Aparicio entró en materia con una reflexión profunda: “Es bien sabido que, a lo largo de nuestra vida, se van situando frente a nosotros encrucijadas y opciones, ante las que debemos tomar decisiones que condicionan las siguientes fases de nuestro desarrollo personal o profesional, hasta llegar a destinos a veces insospechados. No resulta fácil distinguir si en el resultado influyó más la calidad de nuestras decisiones o las encrucijadas que nos fueron presentadas sin ninguna intervención de nuestra voluntad.
Ese recorrido, mitad elegido y, mitad decidido por eso que solemos llamar destino, me exigió cambiar varias veces de perfil profesional, aunque se mantuvo, desde muy pronto, lo esencial: la dedicación a la universidad”.
De sus primeros 15 años de actividad docente, entre 1966 y 1981, destacó:
- La compatibilización de los estudios de Ingeniero Industrial con la enseñanza en la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial.
- La obtención, por oposición, de la cátedra de Máquinas y Mecanismos en la Escuela de Ingeniería Técnica de la Universidad de Zaragoza.
- La dedicación de ocho años, con elevadas responsabilidades y gran dedicación, a las ciencias de la educación, en el ICE de la Universidad Politécnica de Madrid, alternando con los estudios de doctorado.
- La obtención por concurso de traslado la cátedra de Mecánica y Resistencia de Materiales en la Escuela de Ingeniería Técnica de la misma universidad,
- Por oposición, la Cátedra de Tecnología Mecánica en la Universidad de Sevilla,
- Y, por concurso de traslado, la cátedra de Transportes en la ETSII de la UPM.
Y con este bagaje asumió la cátedra de Transportes de la ETSII de la UPM, que desempeñaría durante los siguientes 34 años, hasta su jubilación.
No obstante de haber desempeñado tres cátedras con diferentes contenidos, ninguna de ellas incluía los transportes o la ingeniería de vehículos.
En cuanto a la situación de la Cátedra en la ETSII de Madrid, en aquel primer momento para él, era con una carga docente reducidísima a una asignatura (Ferrocarriles y Automóviles) en una sola de las nueve especialidades de la carrera, la de Mecánica de Máquinas, y contaba con un laboratorio de unos 250 metros cuadrados con equipos de ensayo obsoletos y la mayoría inutilizables, con ausencia completa de actividad investigadora e, incluso, de despachos para los profesores. La situación en las demás escuelas de ingenieros industriales de España, era similar o peor.
En aquellos años, las víctimas por accidente de tráfico eran muy elevadas. Había una gran preocupación en la sociedad y dos organismos con responsabilidades directas en el problema: la Dirección General de Tráfico y el Ministerio de Industria, este último por sus competencias en la seguridad de los vehículos. Hacia ellos orientó Aparicio su atención, ofreciendo colaboración y destacando un hecho, a modo de eslogan: “los vehículos se diseñan y fabrican en cualquier lugar, pero los muertos por colisiones de trafico los ponemos nosotros”. Así nacieron las primeras líneas de investigación dedicadas a la mejora de la seguridad de los vehículos y del tráfico.
Con todo ello y muchísimas vicisitudes, el hito más importante en su carrera profesional le llegó cuando ideó la creación del INSIA, Instituto Universitario de Investigación del Automóvil, el cual nació oficialmente en el año 1993, por decisión del Consejo de Ministros de España, doce años después de su llegada a la Cátedra de Transportes y que en este año 2025 cumple treinta y dos años.
Aparicio tuvo en cuenta que el conocimiento científico, que soporta la innovación tecnológica, es generado y transmitido, mayoritariamente, por las universidades, pero la puesta en valor de los productos de la innovación es responsabilidad de las empresas, por lo que el Instituto debía incluir, entre sus estrategias, prestar especial atención a las necesidades de los sectores relacionados con su actividad; crear estructuras capaces de dar respuesta eficiente a sus necesidades y establecer lazos de relación continuada con las empresas.
Así, tomó como base de actuación los tres lados del triángulo del conocimiento: formación, investigación e innovación.
Pero la Escuela, en su sede de la Castellana, no podía albergar las infraestructuras necesarias: labora-torios y pista de ensayos de vehículos, incluyendo los de grandes dimensiones, como los autobuses y autocares, que requieren amplios espacios. La Universidad no contaba con recursos para construir un nuevo edificio, de unos 5.000 metros cuadrados, para este fin y ello obligó a plantear un proyecto ambicioso, y a la vez factible, capaz de interesar a otros organismos, ajenos a la Universidad, lo suficiente como para aportar la financiación necesaria inicial, unos 700 millones de pesetas, y este proyecto fue el del INSIA en el Campus Sur de la UPM a las afueras de Madrid.
También fue necesario ampliar el reducidísimo equipo de la cátedra con docentes de otros departamentos y escuelas, ampliando el carácter pluridisciplinar del Instituto que en la actualidad integra a unas 80 personas, entre ellas, investigadores pertenecientes a siete departamentos, cinco de la Escuela de Industriales y dos de otras escuelas de la UPM; también a profesionales contratados con cargo a los ingresos del Centro, los cuales colaboran con el presupuesto de la Universidad.
Y para terminar, algunos resultados de las cuatro décadas transcurridas desde el inicio de actividades en la antigua catedra de Transportes, que incluyen las tres de existencia del INSIA:
- Se han desarrollado centenares de proyectos de I+D+I, los cuales han facilitado la producción de un elevado número de publicaciones científicas.
- Se ha formado a un gran número de doctores, titulados de master, ingenieros y otros profesionales, en programas de elevado nivel.
- Se ha colaborado con unas 1000 empresas, desde la realización de ensayos para el desarrollo de sus productos, hasta la colaboración en el desarrollo de vehículos y sistemas con alto nivel tecnológico.
- Todo ello, con un equipo humano de gran cualificación y dedicación, en un clima excelente de trabajo.
Por último, Francisco Aparicio terminó su intervención destacando cuatro aspectos de influencia muy positiva en su desarrollo personal y profesional: “La aportación de mis padres, el ambiente potenciador de la Escuela de Ingenieros Industriales y del Departamento de Ingeniería Mecánica, los compañeros y colaboradores en el INSIA, y por último, una amplia y maravillosa familia, de 21 miembros”.